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Destape, revolución y coraje
El calculado libreto hizo ver que ante la inminencia de las elecciones, un presidente desgastado quería declararse víctima de su propio gobierno, trasladando la culpa de su fracaso a los ministros.
![Antonio de Roux](https://www.semana.com/resizer/v2/3NBBMOMVVRHFRJ6OGIFH5VNVFQ.jpeg?auth=74baa771edc6b97042f02a0e360fdff297dcb5138e9252a5acb6549362e9dfa9&smart=true&quality=75&width=1280&height=720)
Los ministros que llegaban a la Casa de Nariño el martes pasado para atender una citación urgente quedaron sorprendidos al enterarse de que el evento se transmitiría por televisión. Algunos pensaron que iban a conversar sobre el Catatumbo sin intuir que se trataba de evaluar sus desempeños personales. Menos aún sospecharon que tal procedimiento no utilizaría datos de los equipos ministeriales, sino unos provenientes del despacho de Armando Benedetti, Gran Visir, conciencia moral del régimen.
El escenario estaba montado para que los convidados, sin advertencia previa, sin portar elementos que les permitieran defenderse, quedaran sumergidos en un monólogo incriminatorio desquiciado, amenazante, y se hicieran públicos sus desempeños como servidores huérfanos de directrices y coordinación.
No me detendré en las puñaladas verbales que el patrón repartió a diestra y siniestra. Tampoco vale la pena referir el pataleo de los afectados ni la manera como intentaron atenuar sus responsabilidades o trataron de acusar a otros. Me limito a opinar que el episodio nada tuvo de espontáneo. Hay indicios de que obedeció a un plan de salvamento electoral aportado por Armandito el más íntimo de los íntimos, aquel pulcro ciudadano que afronta siete procesos penales.
El calculado libreto hizo ver que ante la inminencia de las elecciones, un presidente desgastado quería declararse víctima de su propio gobierno, trasladando la culpa de su fracaso a los ministros. Como si no fuera él quien los nombró y el que no tiene tiempo para gobernar porque permanece dedicado a las arengas incendiarias, los viajes de dudosa utilidad y a una agenda privada misteriosa.
En realidad Petro con aquel espectáculo daba inicio a la campaña electoral del 2026 y como mucho ha destruido sin construir algo a cambio, no encontró mejor manera para rescatar su imagen que victimizarse. Quería dejar la imagen de un mesías revolucionario traicionado por subalternos indignos, quienes no se comprometen con el ‘Proyecto’. Nuestro país pasmado no pudo registrar que ese día un Petro radicalizado se destapó, aludió varias veces a la Revolución como propósito del Estado y del proceso electoral.
Las incitaciones aludidas anticipan que no ahorrará esfuerzos para aferrarse al poder. Por eso otra vez trató a los empresarios de oligarcas insensibles; justificó la entrega de información militar a los asesinos de nuestros militares; vapuleó a los socios del exterior como Estados Unidos y la Unión Europea y tachó la lucha antidrogas de imposición imperialista.
El destape de Petro es advertencia grave y hace presumir que participará en la competencia electoral tanto con caballos propios como alquilados, siendo tales los alfiles de otros grupos que a cambio de puestos y contratos hunden la nación. Algunas de esas colectividades posan de independientes, pero sus miembros paralizan las investigaciones del Consejo Electoral y la Comisión de Acusación, mientras completan mayorías para aprobar sin debate las iniciativas legales del gobierno.
Ante esto los ciudadanos no podemos estar indiferentes, tenemos que reaccionar con coraje y premura. Es cuestión de vida o muerte propiciar la unión de las fuerzas democráticas ante la elección presidencial y elegir congresistas limpios, que no actúen por la expectativa del pago.
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