El pais
SUSCRÍBETE

Columnistas

Francisco el hombre

Presidía misas para prostitutas, visitaba cárceles, apoyó siempre los movimientos progresistas y combatió incansablemente contra la trata de personas.

25 de febrero de 2025 Por: Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera | Foto: El País.

Ayer, al escribir esta columna, todavía no se sabía si el Papa Francisco murió o seguía en una lenta recuperación. De todas formas, sería una gran pérdida para la Iglesia Católica. Su pontificado fue de avanzada. Sacó la cara para limpiar tanta oscuridad, corrupción, pederastia, lujos extravagantes, negocios oscuros y malabares. Similar su papado al de Juan XXI. Humanos, humildes, dedicados con honestidad a trabajar para que el Vaticano se acercara más a la realidad del mundo en que vivimos.

Francisco -Mario Bergoglio- el primer pontífice no europeo, desde el Sirio Gregorio III. El primer americano y además el primer jesuita en toda la historia papal. Un ser carismático, con sentido del humor, cultísimo (filosofía, latín, italiano, griego, sicología, teología), asiduo lector de Borges, Dostoyevski, los clásicos. Amante del tango, la ópera, el fútbol. La vida sencilla. Nada de ostentaciones ni lujos. Antes de ser papa, a pesar de su importancia, vivió en un apartamento pequeño. Cocinando, rechazando la limusina con chofer. En una entrevista afirmó que la mujer más importante de su vida había sido su abuela Rosa Vasallo.

Durante la dictadura de Videla, se la jugó a fondo ayudando a perseguidos del régimen a huir a otros países. Declaró como testigo durante los juicios sobre las torturas, desapariciones y crímenes de lesa humanidad. Presidía misas para prostitutas, visitaba cárceles, apoyó siempre los movimientos progresistas y combatió incansablemente contra la trata de personas. Se untó de pueblo desde su ordenación como jesuita, trabajando siempre para los pobres y los vulnerables. Y lo siguió haciendo ya como papa. A esa misión consagró la vida.

Ya como sumo pontífice, se dedicó a reformar la Curia Romana en lo administrativo, las finanzas, los tribunales eclesiásticos, el laicado, buscando la transparencia y coherencia, y la simplificación de la burocracia.

Removió a los intocables del Opus Dei y los puso en su sitio -esa secta machista, brazo paramilitar de la iglesia- bajándoles la cabeza y dejándolos como una secta más de las que actúan en ‘nombre de Dios’. Intocables, misteriosos, solapados, ambiciosos.

También atacó de frente a obispos y curas pedófilos. Quitando mascarás y escondederos. Se acercó con amor a las personas homosexuales y transgéneros, sin condenaciones ni pailas infernales. Ningún papa había dado ese paso, aunque alcahueteaban en sacro silencio todo lo que ocurría en sus místicas entrañas.

Se acercó a la gente, así de sencillo, así de difícil y así de importante. Atrás quedaban las ostentaciones de orgullo, lujo y soberbia de Pío XII, Paulo VI, Juan Pablo II, Ratzinger, con sus zapatitos rojos de Ferragamo, y otras cositas.

Sabe, siempre lo supo, que no era del agrado de muchos arzobispos, obispos, cardenales y toda suerte de lagartos de sotana sucia y ambiciones altas.

Quién sabe si la Iglesia en su próximo conclave dará un paso atrás, sería muy triste, porque los fieles se están yendo para otras partes. Ojalá de una vez por todas siga progresando, dejando ese machismo, esos discursos vacíos de contenido en los púlpitos, esa doble moral, y se siga acercando al mundo real, a la de los jóvenes que ya no contraen matrimonio ni mucho menos guardan la virginidad (otra aberración machista que le quitó el status a María como mamá de Jesús y la congeló para siempre), que le den la importancia y el respeto que merecen las mujeres teólogas, las que están conectadas con la iglesia, y siempre han pordebajeado.

Que permitan contraer matrimonio a sus sacerdotes y procrearse, que dejen de enriquecerse a costa de las famosas ‘anulaciones sacramentales’, que llenan sus arcas y no sirven para un carajo, que permitan los métodos anticonceptivos; en fin, la lista sería infinita.

Posdata. Los ‘bebes’ de Ana Beiba Lasso siguen en las neveras del San Jose. La Curia se hace la de la oreja mocha, como que se les olvidó que uno de los mandamientos de la iglesia es enterrar a los muertos, qué espanto. Ya ella, como escribí en mi artículo anterior, los recogió de la calle para cuidarlos con amor; ahora la curia los deja congelados y el mundo sigue girando. Por lo menos ya no tienen hambre, a lo mejor si sienten frío.

Regístrate gratis al boletín diario de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

Te puede gustar

AHORA EN Columnistas