Columnistas
Vamos, Venezuela
Hoy la situación demanda una voz ciudadana activa de protesta en apoyo a un pueblo valiente que ha aguantado y peleado por defender su democracia.
En los últimos días, hemos sido testigos de un pueblo amedrentado, de una sociedad llena de incertidumbre, de un régimen dictatorial consolidándose frente a las narices de todos, y de un país que, si bien genera solidaridad de parte de la comunidad internacional, no le es claro cuál debe ser la ruta de aquí en adelante.
Mensajes de paciencia, el fin está cerca, ya pronto caerá y otros similares inundan las redes sociales, así como los millones de mensajes de solidaridad, hastío y repugnancia frente a la facilidad de cómo se violentan unas elecciones sin que haya herramientas en nuestro sistema internacional para actuar de manera más contundente contra un gobierno que vulnera los acuerdos más fundamentales que hemos hecho en nuestro continente sobre la democracia.
Sin importar la coyuntura en nuestro país, no podemos ausentarnos de la obligación moral, ética y de simple responsabilidad que tenemos con el momento histórico que vive Venezuela. Entre los 70 y 80 cerca de 2.5 millones de colombianos encontraron refugio en el país vecino, y para el cambio de milenio ya ese número rondaba los 4 millones. Colombia era en ese entonces, un país expulsor en cuanto a su dinámica migratoria; Venezuela, España, y Estados Unidos, los destinos predilectos en esos momentos de alta tensión del orden político, social y económico en nuestro país.
Pero hoy la situación es diferente. Nos convertimos en un país receptor de migrantes. Para 2020, cerca de 2.5 millones de venezolanos habían encontrado una respuesta en nuestro país. Convirtiéndonos, desde 2017, en el país latinoamericano con mayor recepción de migrantes venezolanos. Eso solamente, advierte una gran responsabilidad por solidaridad con quienes un par de décadas atrás nos echaron una mano.
Pero la verdad, es que hoy no se trata de devolverle a Venezuela lo que hizo por Colombia, hoy debemos hacer más de lo que ellos hicieron por nosotros, pues la situación en su país es diferente. Es necesario retomar políticas públicas como el Permiso Especial de Permanencia (PEP) o el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (Etpv) implementados por el gobierno anterior, que les daba acceso a los Venezolanos a todos los servicios y así podíamos atenderlos con la dignidad que se merecen. En ese camino aprendimos a ser un país receptor, aun cuando en muchas de nuestras ciudades, como Cali, hubo atisbos de xenofobia porque se establecieron programas con enfoque diferencial para la población migrante que tanto lo necesitaba en ese entonces, y aún lo siguen necesitando.
Hoy la situación demanda una voz ciudadana activa de protesta en apoyo a un pueblo valiente que ha aguantado y peleado por defender su democracia. No es fácil hacerlo tratando de usar los caminos institucionales, y por ello es fundamental apoyar desde Colombia el esfuerzo que nuestros vecinos hacen por defender su país. La solución es de ellos, pero todos podemos ayudar para que se respeten los resultados de las elecciones, que es el mínimo de la democracia que en Colombia tanto se vanagloria.
Los colombianos esperamos que nuestras voces institucionales se erijan y defiendan al pueblo venezolano. Por ello, lamentamos que desde la Casa de Nariño se haya decidido caer en el lado equivocado de la historia en este sentido. Cuán equivocada se ve nuestra política exterior al ser comparada con los mensajes chilenos y su respuesta clara y contundente en la voz del presidente Boric, siendo también un gobierno de izquierda.