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Antifrágil
Ser antifrágil implica ir más allá, utilizando las dificultades como oportunidades para innovar, adaptar procesos y encontrar nuevas formas de hacer las cosas para crecer.
Recientemente, leí un artículo del profesor y asesor empresarial Jorge Iván Gómez, sobre cómo las empresas y los líderes deberían afrontar este 2025, un año lleno de incertidumbres en el contexto mundial y diversas variables que lo hacen aún más complejo, no solo en lo empresarial, sino en la vida de las personas. El profesor resalta dos elementos que debemos desarrollar en nuestro liderazgo y aplicar en la vida: La antifragilidad y el optimismo, y los propone como conceptos fundamentales para que los líderes, los empresarios y las organizaciones podamos sortear este complejo escenario de la mejor manera.
La antifragilidad es un concepto definido por el filósofo y ensayista libanés-estadounidense Nassim Nicholas Taleb, conocido por sus estudios sobre la aleatoriedad y la probabilidad. En su libro Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden (2012) describe este tipo de sistema que no solo resiste las adversidades, sino que prospera y mejora con ellas. Para Taleb, el caos y la incertidumbre son inevitables, pero lejos de ser obstáculos insuperables, pueden convertirse en catalizadores de transformación.
Taleb clasifica los comportamientos en tres categorías según su reacción con el estrés y la incertidumbre. El frágil, relacionado con aquellos que colapsan ante la adversidad, como un vaso de cristal que se rompe al caer; el robusto, con quienes son capaces de soportar el caos, pero no se benefician de él; y la antifragilidad, relativo a quienes no solo sobreviven al caos, sino que lo aprovechan, creciendo y evolucionando a partir de la tensión.
Este concepto tiene implicaciones directas y concretas para el ámbito empresarial. En un mundo marcado por la incertidumbre, las empresas y los líderes no pueden limitarse a resistir ni a mantenerse inalterados frente a las crisis. Ser antifrágil implica ir más allá, utilizando las dificultades como oportunidades para innovar, adaptar procesos y encontrar nuevas formas de hacer las cosas para crecer. Esto no significa buscar riesgos de manera imprudente, sino desarrollar estructuras y mentalidades que conviertan lo inesperado en un terreno fértil para el desarrollo.
En este contexto, el profesor Jorge Iván Gómez nos invita a aplicar tres palancas claves para que las empresas puedan cultivar la antifragilidad: estrategia, ejecución y alineación. La estrategia debe enfocarse en encajar con el entorno, adaptándose de manera ágil a los cambios sin perder de vista los objetivos. Esto implica, entre otras cosas, apostar por la innovación tecnológica y cuidar la caja para garantizar liquidez, para responder rápidamente a los imprevistos y a las oportunidades que se presenten. La ejecución, por su parte, se traduce en la capacidad de convertir la visión en acciones concretas y medibles, con herramientas como los OKRs (Objetivos y Resultados Claves) que ayudan a mantener claridad y disciplina. Finalmente, la alineación busca que todos en la organización compartan un propósito común. Esta claridad permite que todos estén comprometidos con los mismos objetivos y que cada individuo entienda su rol en el éxito colectivo.
La antifragilidad no es exclusiva de las empresas; también puede guiar nuestra vida personal. En lugar de temer al caos, deberíamos asumirlo como una constante de la vida, aprender de las dificultades y utilizarlas como impulsores de crecimiento.
En un 2025 que se anticipa complejo, además de ser optimistas, debemos ser antifrágiles. Las empresas que adopten esta mentalidad no solo enfrentarán los desafíos, sino que liderarán la transformación. Las personas que comprendan este principio convertirán la adversidad en una oportunidad para ser mejores. Un comportamiento optimista y antifrágil se convierte en un liderazgo posibilista, que implica tener confianza en aquello que podemos controlar y creer en la capacidad de evolucionar y crecer. En conclusión, como dice el profesor Gómez, al final “resolver problemas no es una tarea más de los directivos, es su esencia”.
@Juanes_angel
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