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El próximo apagón

El 77 % de la nueva capacidad generadora que se instale en Colombia en las próximas dos décadas, deberán corresponder a las llamadas energías renovables no convencionales (Ernc).

5 de marzo de 2025 Por: Emilio Sardi
Emilio Sardi
Emilio Sardi | Foto: El País

Mucho se habla de un posible riesgo de interrupciones en la generación eléctrica, ocasionadas por los problemas financieros que hoy enfrenta el sector. Por un lado, el sector sigue sin recibir los dineros que el Estado le adeuda por un monto superior ya a los $ 5 billones, correspondientes a la ‘opción tarifaria’ del gobierno Duque y a los subsidios en curso a los estratos 1, 2 y 3. Por el otro, las generadoras térmicas, que son las que le dan firmeza al sistema y aportan en la actualidad aproximadamente la mitad de la generación, sufrirán un sensible aumento en sus costos de operación al verse obligadas por los próximos años a utilizar gas importado.

La conjunción de estos factores ya está llegando a puntos cercanos al límite y, de agravarse, puede conducir a suspensiones del servicio y, de presentarse un veranito fuerte, aún a racionamientos. Este es un riesgo que debe evitarse a toda costa, pues su costo para el país sería muy alto. Sin embargo, tiene la ventaja de que, como su origen es básicamente financiero, eliminarlo es fundamentalmente simple: es cuestión de dinero.

No sucede lo mismo con el apagón que tendrá lugar en dos o tres años. En ese caso, el problema es de tiempo, y este es inexorable.

Todo arranca con el fantasioso Plan Energético Nacional 2020-2050 que le dejó de herencia al país el gobierno del presidente Duque. Este plan estipula que 18.450 MW, el 77 % de la nueva capacidad generadora que se instale en Colombia en las próximas dos décadas, deberán corresponder a las llamadas energías renovables no convencionales (Ernc). Esto podrá ser muy ideológico, pero es poco práctico porque la capacidad real de generación de las plantas de Ernc es apenas alrededor del 20 % de la capacidad declarada. O sea que estas plantas apenas añadirían unos 3700 MW a la capacidad de generación instalada en el país, que en 2023 era de 18.777 MW.

Al sumar la capacidad real de la generación de Ernc a la firme del plan (5290 MW), se encuentra que todo el aumento que se ha programado equivale apenas a un 48 % de la capacidad actual. ¡Esto cuando se estimaba que nada más entre 2022 y 2035 el consumo incrementará en 53 %, de 76.905 GWh a 117.341 GWh!

Pero el problema no es en el distante futuro, sino en el mañana. Hace un año la Upme (Unidad de Planeación Minero Energética) estimaba que el margen entre la demanda y la oferta eléctrica era del orden del 9 %. Es cuando la demanda crece a un ritmo de más del 7 % anual y prácticamente no se están presentando adiciones a la capacidad de generación nacional. Desde entonces, a duras penas han entrado a operar poco más de 1000 MW de generación solar, que, como se sabe, equivalen apenas a unos 200 MW de generación firme. Ya se proyecta que para 2027 habrá un déficit de energía del 1,1 %.

Si, como debiera hacerlo, la Creg adelanta para este año la subasta de expansión programada para 2026, de todos modos, ya es tarde. Aún si, como indica la lógica, esa subasta se asigna a plantas térmicas, cuya generación es en firme y su entrada a producir es predecible, el tiempo perdido no es recuperable. Aún con térmicas, antes de cuatro o cinco años no volverá Colombia a contar con capacidad de generación instalada suficiente para atender con comodidad su demanda de energía eléctrica. Por eso, mi recomendación a los amigos empresarios es que vayan comprando plantas para sus operaciones, antes de que se pongan caras.

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