Columnistas
Suficiente
Construimos un nivel de expectativas tan alto, que las metas que alguna vez tejimos con ilusión son ahora camisas de fuerza que flagelan y destruyen la autoestima.
“Nunca serás suficiente, pero puedes conocer el valor de tu valor si simplemente bajas la vara de medir”.
La poderosa frase fue citada por Demi Moore, en un discurso de antología que esta semana le dio la vuelta al mundo, luego de recibir su primer premio en 45 años de carrera, por su papel en La Sustancia, una película que es toda una sátira a los estándares de belleza que impone la industria de la televisión, y la consecuente cancelación que supone estar por fuera de los mismos, cuando los años llegan.
A Moore pareciera elegirla el guion de la francesa Coralie Fargeat, en el momento preciso de su vida para interpretar a una actriz en debacle, que cae desesperada ante el misterio de un producto que impide que su cuerpo siga envejeciendo y que promete ofrecerle una mejor versión de sí misma. Lo que prosigue es cuestión de sentarse a verlo, con o sin palomitas, con o sin prejuicios.
Volvamos, en tanto, a la escena del domingo 5 de enero, en los Golden Globe, cuando la icónica actriz da un discurso que recuerda su camino, las etiquetas impuestas y el no poder ocultar la sorpresa de verse allí, premiada y aplaudida. El instante más emotivo está en el cierre, cuando para redondear todo ese viaje a la honestidad de sus años dice: “En esos momentos en los que no creemos que somos lo suficientemente inteligentes, bonitas, delgadas o exitosas, una mujer me dijo: ‘Sé que nunca serás suficiente, pero puedes conocer el valor de tu valor si simplemente bajas la vara de medir’, y hoy celebro esto como una prueba de mi totalidad, del amor que me mueve, y del regalo que es hacer algo que amas y que te recuerden que perteneces”.
Más allá de los reflectores de Hollywood, leamos la frase en esa cotidianidad en la que tantas veces luchamos por ser suficientemente exitosas o exitosos; suficientes para satisfacer a los demás; suficientes para ser más que alguien o que todo, so pena de renunciar a nuestra verdadera sustancia. Y en eso se nos va la vida, de a poco o de a muchos, en alcanzar el suficiente para ser felices, para disfrutar la victoria. Construimos un nivel de expectativas tan alto, que las metas que alguna vez tejimos con ilusión son ahora camisas de fuerza que flagelan y destruyen la autoestima.
Es entonces cuando cobran valor las palabras de la actriz, que para muchos no será más que un acto magistral que potencie su carrera, pero que al comprenderlas y llevarlas a nuestros días, entregan un mensaje poderoso y a la vez sanador. Porque más que resignarse con lo conseguido o construido, lo que ofrece el dejar de pensar que no se es suficiente es la posibilidad sincera de ser fiel a sí mismos, la liviandad de un equipaje sin excesos para ir de viaje; recorrer el camino sin prisa, darse una pausa, respirar, aplaudirse, sin que ello implique renunciar a seguir escribiendo su propia historia. Y en ese ejercicio, ser proclives a mirarse con justicia, a abrazarse en los logros y aprender en los fracasos; reconocer las virtudes y defectos para encontrar su mejor versión.
En su libro ‘Ya eres suficiente’, la terapeuta Lisa Olivera, escribe que antes se contaba a sí misma de esta manera: “Nunca me va a querer nadie, nunca me aceptarán ni sentiré que pertenezco a alguna parte tal y como soy porque mi yo completo no es suficiente”; un relato que ha cambiado con el tiempo, el autoreconocimiento y la sanación por este: “Soy una persona encantadora, de forma innata, a la que los demás aceptan por naturaleza, y me pertenezco profundamente, y consecuentemente pertenezco al mundo. Soy suficiente tal y como soy. Vivir esta nueva historia (aunque no todo el tiempo) ha transformado por completo la manera en que me veo y las formas en que me expongo al mundo. Me ha cambiado la vida”.
Vale la pena intentarlo. Ya fue suficiente de medirse con una vara tan alta, incapaz de medir nuestro valor.
@pagope