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¿El ocaso de Washington?

En las calles se palpa la incertidumbre, la inestabilidad, el miedo de leer titulares donde se anuncian despidos masivos en casa y guerras por fuera.

22 de marzo de 2025 Por: Muni Jensen
Muni Jensen
Muni Jensen | Foto: El País

Esta semana, Washington DC se viste de rosado con el florecimiento de los árboles de cerezo, un espectáculo que rodea los monumentos de Lincoln y Jefferson, los parques y las calles de esta bella ciudad. Estos arbolitos llegaron a la capital en el año 1912, gracias a un diplomático japonés que decidió darle un regalo a la capital como símbolo de amistad y con el objetivo de fortalecer los lazos diplomáticos entre ambos países. Los cerezos, que florecen, pero no dan fruto, y sus flores rosadas atraen a miles de turistas dentro y fuera de Estados Unidos. Siempre, pero especialmente después de este invierno brutal, el principio de la primavera ha sido un momento de felicidad.

Hoy ese ambiente de optimismo no existe. En las calles se palpa la incertidumbre, la inestabilidad, el miedo de leer titulares donde se anuncian despidos masivos en casa y guerras por fuera. El ambiente es gris, y las secuelas empiezan a aparecer.

Desde el primer día de su presidencia, Trump cumplió su promesa de achicar el gobierno federal, con el fin de crear eficiencia y disminuir el presupuesto del Ejecutivo. Armado con un grupo de jóvenes inexpertos al mando del excéntrico multimillonario Elon Musk como jefe, arrasaron con miles de empleados en la Secretaría de Estado, Salud, Educación, Agricultura y Defensa y Tesoro, entre otros. Los empleados, sin aviso, se vieron forzados a salir de un día para otra de sus oficinas, en algunos casos en medio de la jornada laboral, otros sorprendidos por la presencia de la policía local dentro de las oficinas. Semanas después, esta estrategia desordenada continúa, pero está fallando al generar miles de juicios contra el gobierno. Las demandas crecen cada día y están dando fruto: y esta misma semana regresaron a sus escritorios más de 25.000 empleados. Buena noticia, tal vez, pero pocos de los que regresan sienten estabilidad.

Las réplicas se notan también en la calle. En una encuesta reciente, el 40% de los dueños de restaurantes en Washington piensan cerrar este año. La combinación de vandalismo, creciente desempleo y falta de estabilidad son las razones. La propiedad raíz, siempre movida y saludable, especialmente cuando hay cambio de gobierno, también refleja el momento: más viviendas en el mercado, y menos compradores. Aunque el desembarco de las nuevas olas de trumpistas es significativo, no alcanza a compensar las pérdidas.

Las consecuencias de las políticas del actual gobierno afectan al resto del país de maneras diferentes. Mientras la capital vive del gobierno federal, el resto del país vive la probabilidad de una recesión en Estados Unidos. Los mercados están agitados y la confianza de los consumidores y las empresas se esfuma, especialmente después de que el presidente Donald Trump dijera que no puede descartar la posibilidad de una recesión, o un “período de desintoxicación”. Las demás políticas drásticas de la administración -incluidos los altos aranceles, las deportaciones masivas y los futuros recortes del gasto federal- aumentan el riesgo.

Washington, en medio de todo esto, parece dividirse entre la esperanza y el nerviosismo. Los cerezos siguen floreciendo, como siempre lo hacen, sin importar las tensiones políticas o económicas. Sin embargo, esa misma ciudad que siempre se ha asociado con el poder y la estabilidad ahora se siente más vulnerable. Washington y el mundo observan cómo las decisiones del actual gobierno afectan el ambiente y la estabilidad económica de la nación, incluida la capital.

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