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Otro nuevo petróleo: exportar conocimiento

Entre 2010 y 2023, Colombia duplicó sus exportaciones de estos sectores, alcanzando récords históricos en 2018 y 2019 y logrando un 5,4 % de crecimiento incluso en pandemia.

21 de marzo de 2025 Por: José Manuel Restrepo Abondano
José Manuel Restrepo Abondano.
José Manuel Restrepo Abondano. | Foto: José Manuel Restrepo Abondano.

Sabiendo que Colombia ha sido el mejor país de Latinoamérica para emprender, según el WEF (Global Entrepreneurship Monitor), queda claro que estamos sentados sobre una mina de oro invisible.

En silencio, el talento aplicado a los servicios basados en conocimiento está ganando terreno hasta convertirse en un motor económico. Ya representan 11 % del PIB y más de la mitad de las exportaciones de servicios distintos al turismo, creciendo exponencialmente.

Sectores como el software, diseño, ingeniería, arquitectura y finanzas podrían ser la próxima bonanza del país. Una bonanza que depende de nosotros mismos y que nos puede convertir en la ‘India de América Latina’.

Basta recordar los resultados del trabajo piloto que lideró el Ministerio de Comercio con iniciativas como ‘Fábricas de Internacionalización’ y el programa con el BID para apoyar más de 600 empresas exportadoras de servicios.

Entre 2010 y 2023, Colombia duplicó sus exportaciones de estos sectores, alcanzando récords históricos en 2018 y 2019 y logrando un 5,4 % de crecimiento incluso en pandemia.

Puntualmente, el dinamismo del sector tecnológico es evidente. La industria de software y TI ya representa 3 % del PIB, con ventas de US$ 2170 millones y exportaciones, creciendo a un 23 % anual desde 2016.

Según el Colombia Tech Report, el país tenía 1720 startups en 2023, creciendo un 28 % anual desde 2019. Este auge responde a políticas de incentivo, mejor conectividad, y una fuerza laboral más potente (Entre 2010 y 2023 se duplicaron los graduados en carreras afines a TIC).

Lecciones internacionales refuerzan esta apuesta. Argentina, con su ley de economía del conocimiento, otorgó incentivos fiscales y logró que este sector generara entre US$ 6000 y US$ 7000 millones anuales, pasando de 12.000 a 120.000 empleos en dos décadas.

Uruguay eximió impuestos a la exportación de software y alcanzó US$ 1816 millones en exportaciones TIC en 2022. India, con décadas de inversión en capital humano, hoy exporta US$ 194.000 millones en servicios de TI y BPO.

Colombia tiene el potencial de replicar estos éxitos. La Misión de Internacionalización, con expertos como Ricardo Hausmann, recomendó aprovechar la revolución digital para exportar servicios sofisticados. Hausmann sostiene que los países prosperan cuando logran “hacer cosas que antes no sabían hacer”, integrándose en cadenas globales de valor.

La clave está en cerrar la brecha tecnológica, atraer inversión en conocimiento, formar rápidamente más talento humano (programas de ciclo corto en tecnologías digitales y bilingüismo), proponer incentivos fiscales y modernizar regulaciones.

Si el país apuesta decididamente por este sector, podría generar millones de empleos de calidad y diversificar su economía.

La próxima bonanza colombiana no vendrá de un pozo petrolero ni de una mina, sino del ingenio y el conocimiento de su gente, exportado al mundo.

Eso no significa que no podamos seguir explorando hidrocarburos o gas, o haciendo minería. No se trata de ese falso dilema que los fundamentalistas del medio ambiente nos quieren imponer. Se trata de hacer crecer la ‘torta’ de la producción del país, para que a todos nos vaya mejor.

El impacto es de tal dimensión que esto podría lograr que Colombia crezca de un promedio del 3 % anual a un 10 % anual en una década, creando más de 1.7 millones de nuevos empleos. ¡Una verdadera revolución!

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