¡Familia, sé lo que eres!

Por monseñor César A. Balbín Tamayo, obispo de Cartago.

Teniendo aún vivo el recuerdo de alegría propio de la Navidad, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, momento para dirigir nuestro pensamiento a la institución familiar, por la que la Iglesia, desde siempre, ha sentido especial afecto y solicitud.

Hoy la familia afronta no pocas dificultades o está sometida a influencias sociales y económicas que minan su solidez. Por ello que la Iglesia está llamada a acompañarla y sostenerla. La familia es el fundamento y salvaguardia de una sociedad libre y solidaria. De ahí la urgencia de tutelar y promover sus auténticos derechos, ya que en muchos lugares sufre ataques y afronta desafíos.

«Atentan contra la familia: la pobreza, la miseria, el desempleo, la falta de vivienda, la mentalidad contraria al don de la vida, más aún, a veces favorable a la eliminación de la vida con el aborto y la eutanasia, y el individualismo que ignora o convierte al otro en instrumento y es origen de tantas soledades que afligen a la sociedad actual, como la de muchos ancianos relegados a vivir fuera de su casa y sin el cariño de la familia. Junto a estos fenómenos, son más graves aún las amenazas que atentan contra la estructura de la familia y desfiguran su fisonomía y su papel en la sociedad», nos enseñó el papa Juan Pablo II.

Todo esto muestra la urgencia de perseverar en una bien estructurada pastoral familiar, al interior de la Iglesia, cuyos principales agentes sean los mismos miembros de la familia, para entablar la lucha contra las fuerzas negativas que tienden a destruirla. Haciendo también un llamado a nuestros políticos, a los gobiernos y a los organismos que tienen como objetivo la familia, por ejemplo la escuela, los docentes, la justicia, entre muchos otros, para que conviertan en celosos vigilantes de la familia.

¡Familia, sé lo que eres! Es una feliz expresión y un llamado del papa Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Familiaris consortio, de año 1981, y que tiene plena vigencia hoy: la familia no puede perder su vocación de ser comunidad de vida y de amor, de ser célula de la sociedad, de ser pequeña iglesia doméstica, de ser el «lugar» donde se acoge el amor, la vida, donde se forman no solo los futuros creyentes, sino los futuros ciudadanos y quienes tomarán las riendas de la sociedad en futuros medianos o cercanos.

En la construcción de la familia es necesario reafirmar la importancia y la pertinencia de la familia hoy, como lo ha sido a lo largo de la historia de la humanidad, y por lo mismo tendremos que afirmar, para los padres de familia de hoy, especialmente para los hombres y mujeres jóvenes, que el mejor regalo que unos padres pueden dar a sus hijos es un hogar.