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La mano de Benedetti en Cali

Es la independencia de criterio, el equilibrio sereno, juicio y sabiduría que debe ocuparse de velar por el respeto a los derechos de los individuos base de una democracia...

21 de marzo de 2025 Por: María Elvira Bonilla
María Elvira Bonilla.
María Elvira Bonilla. | Foto: El País.

Las antenas de los caleños tienen que estar prendidas frente al alcalde ad hoc que debe nombrar en cualquier momento el ministro del Interior Armando Benedetti. Cali no tuvo suerte con quien se estrenó en el cargo, Andrés Orlando Peña, a finales del año pasado por cuenta del entonces ministro del Interior Juan Fernando Cristo, quien tenía la responsabilidad de desatascar los meses de parálisis del primer año de Eder como alcalde, producto del conflicto de intereses que lo llevó a marginarse de las decisiones claves de la reglamentación urbana de la ciudad, incluida la concertación del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial.

Hoy está sobre el pupitre de Armando Benedetti una escogencia que muy seguramente estará permeada por el hoy embajador en Londres, Roy Barreras, a punto de regresar al país, y conocedor como nadie de las urgencias de la ciudad y el juego de intereses que penden sobre el suelo urbano de Cali.

Y la Justicia sin aparecer

Por otro lado, hace un año arrancó con muchas expectativa la Fiscalía de la abogada Luz Adriana Camargo, decidida a enterrar la estela oscura especialmente dejada por la vicefiscal Martha Mancera, quien remató el período de Francisco Barbosa que dejó un trago amargo por la falta de independencia frente al presidente Iván Duque quien lo ternó, dada su confianza de condiscípulo y amigo. Pero no, ha pasado un año sin rendición de cuentas, probablemente por ausencia de resultados, en el que además parecería estarse repitiendo el compromiso presidencial como ha ocurrido en el pasado. Desde la creación con la Constitucion del 91 de la figura de la Fiscalía con su mecanismo de selección incluido, el saldo es más de frustración que de eficacia.

Porque si hay algo que está claro es que a los gobiernos autoritarios tienen solo un freno: la Justicia. Y se aplica sin importar ideologías de izquierda ni de derecha como es el caso de Petro en Colombia, Milei en Argentina, Bukele en El Salvador y obviamente Trump en Estados Unidos. Las 100 órdenes ejecutivas que este último expidió en su primer día en el salón Oval y que ha seguido firmando de manera desbocada, solo han encontrado un obstáculo efectivo en las voces aisladas pero actuaciones firmes de jueces federales.

Y esto cabe en Colombia donde la Fiscalía, la Sala de instrucción de la Corte Suprema de Justicia, magistrados y jueces deberán cumplir a fondo su rol, irremplazable y definitivo en medio de la confusión, las verdades a medias, las mentiras, el bombardeo de trinos y la debilidad de las instituciones.

Luz Adriana Camargo cuenta con las credenciales de 35 años en la rama Judicial a las que le dio especial brillo de cara al Presidente, su cercanía con el exministro de Defensa Iván Velásquez, quienes compartieron como magistrados auxiliares en la Corte Suprema de Justicia durante la cruzada contra la parapolítica y posteriormente la lucha anticorrupción en Guatemala que mandó a la cárcel al presidente Otto Pérez Molina.

Es la independencia de criterio, el equilibrio sereno, juicio y sabiduría que debe ocuparse de velar por el respeto a los derechos de los individuos base de una democracia, que es lo único que puede proteger a las sociedades de la locura del poder.

Si bien la discreción y el secretismo en el ejercicio de la Justicia pueden ser una virtud, esperamos que en el caso de la fiscal Camargo no sea pusilanimidad, algo que hemos visto en el pasado.

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