Editorial
El desarrollo de Cali
Es decir, la construcción del modelo de ciudad que quieren los caleños o la capital pacífica de la que habla el Gobierno local.
La ruta de Cali para los próximos cuatro años quedó trazada con la aprobación en el Concejo del Plan de Desarrollo presentado por la Administración Municipal. En el documento final están consignados los mandatos para resolver los problemas que agobian a la capital del Valle, lograr la reconciliación de sus habitantes así como para garantizar el manejo óptimo y diáfano de los recursos públicos.
Con algunas modificaciones y adiciones definidas en mesas de concertación instaladas con diferentes sectores locales, el pasado 28 de mayo el Cabildo les dio el visto bueno a los 47 artículos contenidos en la propuesta que plantea el modelo de ciudad en el que se espera convertir a Cali. Además de los programas que se deberán ejecutar, la Administración de Alejandro Eder deberá demostrar resultados de acuerdo con los indicadores de gestión que quedaron consignados en el Plan.
El presupuesto para realizar esas iniciativas será de $22,6 billones, de los cuales el 70% provendrá de ingresos propios, el 10% lo aportarán entidades descentralizadas y un 20% se tendrá que gestionar en otros frentes. Es de esperar que la Nación cumpla con sus compromisos con la ciudad, entre ellos los recursos para proyectos fundamentales como el Tren de Cercanías o la recuperación del Sistema Masivo de Transporte.
Como debe ser, el plan para el próximo cuatrienio incluye los más diversos asuntos que se tendrán que emprender para garantizar el progreso de la urbe y de su zona rural, además de asegurar el bienestar de quienes la habitan. Es decir, la construcción del modelo de ciudad que quieren los caleños o la capital pacífica de la que habla el Gobierno local.
En esencia lo que se busca es mejorar la seguridad, sin duda el problema que más agobia a la población, junto con el desempleo y la falta de oportunidades, en particular para los más jóvenes. Para ello será esencial la priorización de la inversión social, en particular para resolver asuntos como el mejoramiento de la calidad y cobertura de la educación para que Cali salga de los últimos puestos que ocupa en los índices de medición nacional, la ejecución de programas de convivencia ciudadana y más iniciativas para la generación de empleo.
Son bien conocidas las necesidades de infraestructura que requiere la capital del Valle, la intervención urgente de su malla vial o encontrar soluciones para su sistema masivo de transporte, que como va es inviable a futuro. Invertir en la zona rural es imperativo; son 40.000 caleños que esperan la resolución de dificultades en movilidad o la protección de los recursos naturales, entre muchas otras.
Una urbe moderna, sostenible, adaptada a las necesidades de quienes la habitan debe ser el objetivo. Para que se logre, se requiere hacer en estos cuatro años una impecable gestión administrativa de lo público, mientras el manejo eficiente y transparente de los recursos del erario local es intransigible. La participación y veeduría ciudadana garantizarán que así sea.
Cali pacífica, reconciliada, pujante, segura y educada. Hacia ello tiene que apuntar el Plan de Desarrollo de los próximos cuatro años.
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