Editorial
La crisis del Gobierno
Los ingresos estatales han disminuido, los gastos del Ejecutivo fueron más altos de lo presupuestado, la economía no crece al ritmo necesario...

Mientras la crisis del gabinete ministerial aún no se conjura, preocupa que se dilaten las soluciones que demanda la Nación a sus múltiples problemas. Es de esperar que, de regreso de su viaje a Oriente Medio, el Mandatario de los colombianos concrete quiénes de sus colaboradores serán reemplazados, cuáles continuarán en sus cargos y cómo se afrontarán los retos en los 18 meses que le quedan de gobierno.
Tras el consejo de ministros que en vivo y en directo mostró las profundas diferencias entre cercanos colaboradores del Presidente de la República, así como la inconformidad por decisiones como los nombramientos de Laura Sarabia en la Cancillería y de Armando Benedetti en la Jefatura del Gabinete, se produjo una ola de renuncias irrevocables que eran de esperarse.
El momento fue aprovechado por Gustavo Petro para solicitar las dimisiones protocolarias al resto de su equipo. Lo hizo de manera remota desde Dubái, adonde viajó en medio de la compleja situación para asistir a una lánguida Cumbre Mundial de Gobiernos. Las críticas por su ausencia son entendibles, como lo son las quejas porque no define aún a quiénes les aceptará las dimisiones y con quienes los reemplazará.
Hoy solo se conocen los nombres del nuevo Ministro de Trabajo y del Director Nacional de la Policía. En vilo están carteras clave, como las de Interior, Defensa, Medio Ambiente y Cultura, cuyas cabezas renunciaron de manera irrevocable, más las de aquellos que el Presidente decida cambiar. De lo que no parece haber dudas es de la continuidad de Sarabia y Benedetti, las piedras en el zapato del Mandatario.
Las demoras en tomar decisiones pasan factura al Gobierno Petro. La crisis fiscal está sin resolver: los ingresos estatales han disminuido, los gastos del Ejecutivo fueron más altos de lo presupuestado, la economía no crece al ritmo necesario y las fórmulas para recaudar recursos se quedan cortas frente a las necesidades. A ello se suma la ineficiente ejecución en las dependencias de la Administración central.
Con la mayor crisis de salud que haya vivido el país -incluidas las billonarias deudas de las EPS, que asfixian a los prestadores del servicio mientras siguen en escasez los medicamentos-, y sin que avance en el Congreso la reforma planteada por la Casa de Nariño, será complejo que se den las soluciones que demandan los colombianos. Mientras tanto, la ley pensional que entrará en vigor en julio de este año, sigue sin reglamentarse en su totalidad.
El fracaso de la Política de Paz total es real, a lo que se suma la baja moral en las Fuerzas Armadas por la falta de recursos y las decisiones del Gobierno frente a los grupos armados ilegales. En el Catatumbo sigue la guerra, los desplazados aumentan y los decretos de la conmoción interior no arrancan. Mientras tanto, no hay una línea clara diplomática para enfrentar los desafíos que significa tener a Donald Trump en la Casa Blanca, recortando ayudas e imponiendo aranceles a diestra y siniestra.
Ojalá el presidente Petro llegue renovado este lunes a la Casa de Nariño, defina qué va pasar con su gabinete y le meta la mano cuanto antes a tantos problemas que agobian hoy a la Nación.
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