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Cuidar a Cali

Nuestra ciudad volvió a ser un lugar en el que ocurren cosas atractivas, interesantes, sorprendentes, algunas quizá mágicas.

3 de enero de 2025 Por: Ossiel Villada
Ossiel Villada Trejos
Ossiel Villada Trejos | Foto: El País

Cali está de moda. Y decirlo va más allá de pronunciar un slogan publicitario. Tan solo los seis días de la pasada Feria de Cali atrajeron a la ciudad a más de 112.400 visitantes, el 22% de ellos provenientes del exterior.

Nuestra ciudad volvió a ser un lugar en el que ocurren cosas atractivas, interesantes, sorprendentes, algunas quizá mágicas. No es que los problemas hayan desaparecido de la noche a la mañana y ahora vivamos en un paraíso. Muchos de ellos siguen latentes, pero iniciando este 2025 Cali respira un nuevo aire.

A diferencia de lo que ocurría hasta hace poco más de un año, flota en el ambiente una vibración de esperanza, de confianza; una convicción renovada de que tal vez no todo se había ido al diablo.

En el devenir cotidiano de la calle empiezan a surgir de nuevo tres ideas importantes que se habían perdido: primero, que esta es una ciudad de oportunidades; que tal vez no sea necesario irse desesperadamente a otro lugar para progresar. Algo que venía haciendo carrera entre los más jóvenes.

Segundo, que era necesario recuperar el sentido de la autoridad, pues la ciudad se había convertido en una jungla donde cada quien hacía lo que le venía en gana, sin importar cuánto se afectaran los demás.

Y tercero, que aunque nos duela un poco, todos tenemos que poner algo para que la ciudad salga del ‘hueco’ en el que cayó. En otras palabras, que todos debemos comprometernos con Cali. No es gratuito, por ejemplo, que el recaudo del predial haya aumentado en el 2024, aunque no hubo ‘papayazo’.

Todo se resume en una palabra: confianza. Pero estamos lejos de llegar a puerto seguro. De hecho, en adelante el camino va a estar plagado de complejas amenazas.

A partir de este año Cali se convertirá en epicentro crítico de la campaña para las elecciones del 2026. Esto porque, después de dos años y medio de desgaste del Gobierno, el bastión electoral que le queda al presidente Gustavo Petro está en el Pacífico. Es la región donde mantiene los niveles más altos de aprobación y, por tanto, aquí sus fuerzas concentrarán gran parte de su accionar electoral.

En ese contexto, es evidente que en Cali volverá a tomar fuerza la matriz narrativa que el petrismo ha impulsado de forma sistemática: la de la lucha de clases; los ricos contra los pobres; los poderosos contra los oprimidos.

Y esa, cabe recordar, fue la gasolina que usaron quienes aprovecharon maliciosamente el legítimo malestar de los sectores populares en el 2021, para hacer arder a Cali. Los impulsores de esa pequeña y sangrienta guerra civil son la otra gran amenaza. Y siguen allí, en las goteras de la ciudad, llenando de coca las montañas de Jamundí y el Cauca.

Hoy estamos muy lejos de repetir esa realidad nefasta. Cali se ha convertido en un modelo de diálogo por la reconciliación. Y han surgido nuevos liderazgos sociales, políticos y empresariales, que tienen clara la necesidad de trabajar armoniosamente para recuperar la ciudad.

Pero es tarea de todos cuidar a Cali. Sus líderes deben tener claro que no hay margen de error para su tarea. Que la solución a los problemas implica dialogar con la ciudad, superar las vanidades que nublan la razón, articularse con excelencia para actuar oportunamente.

Sus ciudadanos deben entender que tienen la responsabilidad de no atizar incendios con informaciones falsas, como ocurrió en el 2021.

Por encima de todo, tenemos la tarea de seguir creyendo que sí es posible seguir trabajando unidos para devolverle a Cali su grandeza. Conservar la esperanza. Esa es la misión.

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